El sector productor español, conocido como la Huerta de Europa, sigue en pie de guerra contra las instituciones europeas. Seguimos viviendo las protestas del sector primario que han salido a la calle a protestar por una regulación (a todos los niveles) que estrangula su actividad diaria y su capacidad de competir en un mercado muy volátil.

Exigen reciprocidad en el trato a las producciones de terceros países así como un mejor funcionamiento de la ley de la cadena que pueda garantizar transparencia y seguridad jurídica en las relaciones comerciales y que facilite su viabilidad empresarial. Reivindicaciones todas ellas lícitas y que, en su mayor parte, compartimos la distribución alimentaria organizada de la Comunitat Valenciana.

Desde ASUCOVA, junto a sus empresas asociadas, llevamos más de 15 años de relación con el sector agrario, mejorando cada año la interlocución y el diálogo para entender mejor su problemática y su engranaje, haciendo todo lo posible por nuestra parte para asegurar y mejorar el funcionamiento de la cadena alimentaria.

Al hilo de estas reivindicaciones, me gustaría poner en contexto como vemos y como nos afectan al sector de la distribución alimentaria estas cuestiones, dejando para la próxima entrega el análisis del impacto de la sobrerregulación, no por menos importante, sino por merecer un artículo específico a tal efecto.

«Nuestro trabajo consiste en asegurar que el consumidor pueda encontrar el producto fresco en cantidad y calidad durante todo el año»

En primer lugar, es importante dejar patente nuestro apoyo a que las autoridades europeas igualen en lo que sea posible las condiciones exigidas a los productores europeos y a los productores de países terceros, y que las autoridades españolas controlen mejor esa mercancía.

Lo manifestamos con la exigencia del tratamiento en frío en origen y lo seguimos diciendo ahora, cuando las exigencias en uso de fitosanitarios están llegando a poner en riesgo la supervivencia de ciertas variedades de productos agrícolas, como por ejemplo del arroz bomba.

Pero no podemos ser nosotros quien ejerzamos de distribuidor y a la vez de regulador y controlador. Nuestro trabajo consiste en asegurar que el consumidor pueda encontrar el producto fresco en cantidad y calidad durante todo el año. Nuestras compras son a proveedores nacionales y nuestra prioridad es siempre el producto nacional cuando hay suficiente en cantidad y calidad.

Asimismo, me gustaría destacar que nuestras empresas y nuestra organización (tanto autonómica -Asucova, como nacional -Asedas) hemos estado desde el primer minuto aportando y colaborando en la articulación y aprobación de una ley de la cadena que ayude a mejorar el funcionamiento de la cadena alimentaria, desde la exigencia de contratos hasta la venta a pérdidas, siendo durante muchos años el único eslabón de la cadena que ha tenido prohibida por ley la venta a pérdidas.

También creemos que el sector productor debe ser sostenible y percibir un precio justo que le permita ganar dinero. El principal hándicap radica en quién y cómo se fija el coste efectivo de producción, que viene determinado por muchas cuestiones como tamaño de la explotación y gestión de la misma, condiciones meteorológicas, etc., y que varían mucho de una explotación a otra.

Además, recomendar y/o imponer en una negociación la fijación de unos precios mínimos, partiendo de unos Estudios de costes medios de producción, podría ser considerada como una práctica concertada y por tanto prohibida a efectos del Derecho de la Competencia.

Las cadenas de supermercados valencianas y nuestro sector en general se ha esforzado en contribuir a preservar la confianza del consumidor -nuestro bien más preciado- aunque ello nos haya obligado a participar en debates públicos sobre los precios y los márgenes que, demasiado a menudo, han pretendido usar nuestro sector para alimentar polémicas falsas e interpretaciones de datos perniciosas.

El supermercado es el formato preferido por el consumidor español y así quedó patente en un 2023 en el que siguió creciendo el número de clientes

Afortunadamente, varios estudios oficiales -entre los que destacan los del Banco de España y de la Comisión Nacional del Mercado de la Competencia- han venido a confirmar, sin lugar a dudas, que a lo largo de 2023 el comportamiento de la distribución alimentaria española, tanto al aplicar la rebaja del IVA en algunos alimentos como en contener los precios finales a costa de sus márgenes, ha sido absolutamente responsable.

Este 2024 estamos viendo como el sector va presentando unas cuentas de resultados positivas que reflejan el efecto inflacionario en la subida de la facturación y recuperación de márgenes netos fruto de la buena gestión y las inversiones realizadas en los pasados años que han permitido mejorar la eficiencia de cada supermercado y mejorar su rentabilidad, pero nunca a costa de nadie y menos de los productores.

El supermercado es el formato preferido por el consumidor español y así quedó patente en un 2023 en el que siguió creciendo el número de clientes. Aún así, debido a la gran competencia y eficiencia empresarial, el margen neto de rentabilidad de nuestro sector sigue siendo uno de los más ajustados de todos los sectores económicos, en torno al 2%.

rtidumbres. Vivimos en una época de cambio en la que las empresas y también sus empleados ya se han acostumbrado a ser flexibles al máximo, no solo para adelantarse a las nuevas tendencias de consumo, sino para afrontar los cambios -que ya percibimos- en la producción de alimentos derivados del cambio climático y de un nuevo modelo económico marcado por la economía circular, cuyo coste de transición aún no se ha valorado adecuadamente.

 

Fuente: https://www.economiadigital.es/valencia/opinion/protestas-campo-alimentaria.html